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Masonas en el mundo

En las escuelas de Misterio de la más remota antigüedad la mujer tenía un papel preponderante.
Como  ejemplos diremos que en el santuario de MENFIS había doncellas iniciadas en los más importantes secretos de los Misterios y tomaban parte en todas las ceremonias sagradas.

Los Misterios de CERES, estaban dirigidos por sacerdotisas  que, además, transmitían a los sabios de aquellos tiempos instrucciones con las que ellos formaban después a sus discípulos.
Las sacerdotisas, de aquellas culturas «estaban» en contacto «directo» con la divinidad. Ellas, eran el vehículo entre los dioses y los hombres.

Los CELTAS, guerreros temidos por su ferocidad en el combate, otorgaban a la mujer la misma posibilidad que al hombre para alcanzar el grado iniciático de Druida, después de un largo periodo de aprendizaje.
En el correr de su historia la mujer fue perdiendo protagonismo en esos escenarios, y en la sociedad toda, recluyéndose solamente a la vida familiar.

De esa manera llega la época medieval donde los canteros alemanes y los constructores escoceses e ingleses , en la necesidad de organizarse entre miles de hombres de diferentes extractos sociales,  nacionalidades, costumbres y educación comenzaron a formar verdaderas hermandades, en donde se enseñaba y ejercitaba una teoría secreta de sus respectivos artes y oficios basadas en aquellas milenarias enseñanzas, pero ya con  escasa presencia femenina en los Gremios, según consta en escritos medievales que se refieren a la construcción de grandes templos ( Estrasburgo o Magdeburgo ) en Europa.

Hacia principios del siglo XVIII, la construcción había decaído grandemente y, en consecuencia, las Logias de los masones operativos. Entonces, en 1717, se constituyó en Londres una Gran Logia, bajo el patrocinio de un grupo de hombres de gran ilustración.
Fue entonces cuando nació propiamente, la Masonería de nuestro tiempo, o Masonería especulativa, la cual ha conservado cuidadosamente el espíritu de las antiguas cofradías, sus principios constitucionales y los usos y costumbres tradicionales.
Admitió en sus filas a hombres de todos los oficios y condiciones sociales, a la vez que daba una interpretación elevada y filosófica a sus símbolos.
La masonería especulativa  excluye a la mujer, no por una cuestión iniciática ; sino por un hecho histórico de aquella época: las mujeres vivían y morían bajo la tutela masculina y no se las  consideraba libres . Además la inmensa mayoría de las mujeres eran analfabetas.

La exclusión de la mujer de la masonería, se basa en que se ve solamente  el aspecto físico, externo del Ser Humano. No se puede hallar una base en qué afirmarse si se considerara a la mujer en su aspecto espiritual. Sólo asiste esa teoría  la prohibición contenida en uno de los Antiguos Límites.
Más adelante,  por el año 1.774, cincuenta y un años después de promulgadas las Constituciones , en Francia , creen llegado el momento la necesidad de una adaptación a los tiempos y optan por fundar la «Masonería de Adopción, bajo la tutela de los Masones varones.
Pronto la mujer ya no se conforma con la «tutela» del varón y exige la igualdad que le corresponde por derecho, también en las Logias.

La mujer, además de su capacidad demostrable y demostrada para cualquier tarea intelectual o laboral, tiene una dotación «especifica» para llevar a cabo la mayor y más importante «iniciación» en la vida de un Ser Humano: la maternidad, que la hace poseedora además de su innegable capacidad de lógica y raciocinio, una especial carga de exquisita intuición, sensibilidad y ternura. Esta capacidad, la convierte en apta para comprender y vivir lo «trascendente» de una manera especial.
Desde ese momento a la actualidad las Instituciones Masónicas que aceptan a las mujeres ya sean mixtas o estrictamente femeninas, se han consolidado, han crecido y se han diseminado por toda la superficie de la tierra.

Este información, contiene fragmentos del libro de W. Cox “ La regularidad masónica bajo una nueva Luz “ , de un Trabajo  de un H.´. español : Fernando J.M. Domínguez  y otro del M.·. R.·. H.·. José Valdemar Portillo López 33.·.